¿Dónde invertir a largo plazo para una mayor rentabilidad?

Invertir a largo plazo presenta numerosas particularidades en función de la persona que la lleva a cabo y del producto al que se destina el dinero. Esos detalles hacen que cada operación sea un mundo que debe ser analizado con detenimiento.

 

Sin embargo, hay ciertas variables que atañen de forma genérica a toda maniobra de ese tipo. Por una parte, el perfil del inversor (que puede ser arriesgado, conservador o moderado), las expectativas de rendimiento en las que se siente cómodo, su situación socioeconómica y familiar, la capacidad de ahorro que posea o el patrimonio que acumula (aquí le contamos en qué invertir para generar patrimonio), entre otros factores. Por otra parte, el producto de que se trate, la cantidad de capital que se quiera destinar a la inversión y el grado de tolerancia al riesgo de cada cual.

 

Invertir a largo plazo

 

A estas variables se une otra cuestión fundamental: el tiempo que quiera o pueda mantener el capital inmovilizado. Es decir, si va a invertir a corto, a medio o a largo plazo. Hay, por supuesto, posibilidades para todos los gustos, pero la última de la tres es la más prudente y la que menos riesgos entraña. Invertir a largo plazo es una opción válida, pero más arriesgada. Es difícil prever qué harán mañana los mercados y más fácil lo que harán en años. El motivo es que en el largo plazo tenderán hacia su media. Por eso, el largo plazo reduce el riesgo en las inversiones. En este punto cabe preguntarse qué se considera invertir a largo plazo. La definición más aceptada es la de cualquier inversión con un horizonte temporal superior a 5 años.

 

Ventajas de invertir a largo plazo

 

¿Por qué es más recomendable invertir a largo plazo? Los motivos por los que esta opción es más aconsejable son los siguientes:

 

  • En caso de cometer un error o de sufrir pérdidas, el margen temporal para maniobrar y corregir la situación es mayor.
  • En las inversiones a largo plazo se aprovecha el interés compuesto, es decir, el que se obtiene de reinvertir los beneficios logrados. Gracias a él sus inversiones crecerán exponencialmente, como lo haría una bola de nieve cayendo por una ladera.
  • El riesgo al invertir a largo plazo es menor: cuanto más tiempo esté el capital en el mercado, más posibilidades existen de que la rentabilidad anual media de su producto sea positiva.
  • Invertir a largo plazo puede ser más sencillo, ya que no es necesario tener en cuenta tantas variables como a corto. En otras palabras, al invertir a largo plazo, buena parte de las noticias que ocurran en el momento no serán más que ruido.

 

Dónde invertir a largo plazo para conseguir la mejor rentabilidad

 

La primera pregunta en este punto es el tipo de activo a elegir. Renta variable, renta fija, materias primas… Esto es lo que debe saber sobre cada una si invierte a largo plazo.

 

¿Invertir en renta variable a largo plazo?

 

La renta variable es más volátil que la fija, pero también puede ofrecer rentabilidades más elevadas. El principal objetivo en las inversiones a largo plazo debería ser la rentabilidad por encima de la conservación del capital. Por eso mismo, la renta variable suele ser la protagonista en las carteras con horizontes temporales por encima de 5 años, siempre que el mercado lo permita.

 

En este sentido, el peso de la renta variable irá decayendo conforme se acerque el momento de recuperar el dinero. En términos generales, a mayor edad del inversor, menos recomendable es la renta variable y más la fija. Así, hasta los 40 años puede apostarse por una mezcla más o menos compensada de renta variable (60%) con renta fija (40%), tal y como recomiendan desde la Asociación Española de Asesores y Planificadores Financieros (EFPA por sus siglas inglés). A partir de esa edad, los citados expertos recomiendan invertir los porcentajes entre renta variable y renta fija.

 

La renta fija, muy recomendable a largo plazo

 

La renta fija suele prescribirse para inversiones a medio y corto plazo, aunque como acabamos de ver, su peso dentro de la cartera irá creciendo con el paso del tiempo. En cuanto a la renta fija, cabe recordar que emitir deuda es una vía de financiación muy habitual tanto entre entidades públicas (Estados, comunidades autónomas, etc.) como entre las privadas (empresas). Esa deuda se establece a un plazo determinado y con un rendimiento prefijado o referenciado a algún indicador (el euríbor, un índice bursátil, etc.). Si mantiene la inversión hasta el vencimiento de la misma, la renta fija permite el 100% del capital desembolsado y el beneficio prometido. Otra cuestión es que se opte por vender antes en el mercado secundario.

 

En qué productos invertir a largo plazo

 

Aclarada la cuestión de la distribución de activos, es el momento de elegir el producto concreto de inversión. Estas son varias alternativas.

 

Apostar por la bolsa

 

Comprar acciones puede hacerse con una perspectiva temporal diversa. Si es a largo plazo, el potencial de rentabilidad puede ser fiable. La táctica que seguir en este sentido se denomina Buy & Hold que, en esencia, se trata de adquirir un título y mantenerlo en el tiempo. Es una estrategia que sostienen, por ejemplo, los fondos value, que invierten a largo plazo mientras los fundamentales no varíen. A esa compra de acciones en un momento determinado es posible añadir aportaciones periódicas para elevar la posición en el valor. De este modo, aprovechará como inversor el interés compuesto antes mencionado.

 

Invertir a través de fondos de inversión

 

Otra de las apuestas clásicas en el largo plazo son los fondos de inversión. La gran ventaja de este instrumento financiero es que permiten al inversor particular acceder a cualquier activo y mercado por medio de un profesional, aprovechando su conocimiento y experiencia.

 

Los fondos de inversión son un producto ya diversificado, ya que invierten en carteras compuestas por diferentes activos. Se trata de una opción flexible y 100% líquida para invertir a largo plazo. Además, cuentan con la ventaja fiscal de que el traspaso entre fondos no tributa. En otras palabras, que no pagará impuestos por los beneficios que ha obtenido si los invierte en otro fondo.

 

Los planes de pensiones, un clásico del largo plazo

 

Más allá del horizonte temporal que se considere como largo plazo (dos, tres, cinco o diez ejercicios), hay un momento que sí se tiene en cuenta al elaborar muchas carteras: la jubilación. Un porcentaje importante de los inversores españoles lo es precisamente porque quiere cubrirse para cuando llegue el fin de su vida laboral. Ahí, como complemento a la paga pública de jubilación, aparecen los ya mencionados planes de pensiones.

En este caso, usted apenas necesita conocimientos del mercado y los productos tienen una tributación favorable, dado que disminuyen la base imponible de la declaración de la renta. Eso sí, ese tratamiento fiscal se vuelve negativo en el momento de rescatar los planes de pensiones, ya que Hacienda pasa a considerarlos como rendimientos del trabajo en la declaración de la renta.

 

La gran desventaja de los planes de pensiones es la imposibilidad de hacerlos líquidos hasta el momento de la jubilación o supuesto análogo (fallecimiento, incapacidad laboral, dependencia grave o severa, desempleo de larga duración, enfermedad grave, etc.). El plan de pensiones se transformará en un producto mucho más líquido en un tiempo al quedar permitido que el ahorrador rescate lo invertido desde 2015 a partir de 2025, y así en años sucesivos ejercicio tras ejercicio.

 

Invertir en activos inmobiliarios

 

El mercado inmobiliario, no solo se ha reactivado, sino que crece de tal manera que vuelve a atraer a inversores. Los hay que compran para retener el activo en sí mismo y venderlo más adelante con beneficio. Pero también hay quien adquiere un piso para ponerlo después en alquiler. Ello se debe, en parte, a que las rentas están disparadas, sobre todo, en Madrid y Barcelona. Aunque es una inversión a largo plazo recomendable, tiene la pega de que necesita disponer de un capital considerable para acceder a ella.

 

Apostar por otros bienes inmuebles

 

La vivienda suele ser la primera opción que se plantea al pensar en inversiones inmobiliarias. Sin embargo, existen otras como los locales comerciales o los garajes. Al igual que en el caso anterior, la localización del activo (el municipio y, dentro de éste, la zona) resulta clave para determinar la rentabilidad de la inversión. En lo que se refiere a las plazas de aparcamiento, el capital inicial será menor, pero también la posible renta que podrá obtener por ellas.

 

El oro, un valor refugio

 

Finalmente, un grupo de activos por los que no pasa el tiempo: el oro, la plata y otros metales preciosos. Aunque no está asegurada, a largo plazo es una de las inversiones más seguras. Ello se debe a su consideración de valores refugio -sobre todo del oro- en tiempos de crisis, ya que sus precios suelen ser más estables que la evolución que presentan otros activos financieros. El oro es fácilmente convertible en liquidez, no está tan influido por los vaivenes políticos (aunque sí por la evolución del dólar) y solo un puñado del mismo tiene un valor considerable.

 

Con todo, si se toma en cuenta únicamente la perspectiva temporal, el largo plazo es el más recomendable, por ser el más seguro y porque es el que implica mayores probabilidades de obtener beneficio. No obstante, el músculo financiero y la resistencia que exige no son para todos los bolsillos. Como en cualquier operación inversora, habrá que echar números.