¿Qué son? ¿Dónde están? ¿Son ilegales?

Empecemos por definir qué es un paraíso fiscal. Por definición es el territorio cuyo régimen tributario o fiscal es favorable a los no residentes. El lugar ideal en el que las grandes compañías que facturan en distintas partes del mundo utilizan para minimizar la factura con hacienda.

 

Los centros off-shore siguen atesorando las fugas de capitales -hasta 32 billones de dólares de patrimonio financiero privado, según cifras del Índice de Secreto Financiero 2015 de Tax Justice, la suma de los tres mayores PIB mundiales (EEUU, China y Japón); exhibiendo las rentas per cápita más altas del planeta -Liechtenstein, Mónaco, Luxemburgo, Bermudas, Suiza y Macao lideran la clasificación de Naciones Unidas-, destacando  casos como los Paradise Papers, ahora, o los Panama Papers, de hace un año y medio.

Además de la ventaja fiscal que poseen estos territorios, destaca también la poca o nula colaboración que prestan a la hora de proporcionar datos de “sus clientes” a las autoridades fiscales. Esto provoca que se cometan delitos como el blanqueo de capitales.

 

¿Son ilegales?

Históricamente, las sociedades de inversión, que atraen a inversores de todo el mundo, se han registrado en el extranjero para evitar el riesgo de doble imposición de sus beneficios. Esto no es necesariamente un problema siempre y cuando los beneficiarios del fondo, paguen el impuesto sobre la renta por el dinero que reciben del fondo en su país de origen.

 

Sin embargo, el problema es que se puede abusar de la privacidad y poca transparencia con tanta facilidad que hace que existan prácticas condenables como la evasión ilegal de impuestos personales y otros delitos como el blanqueo.

 

Aunque no sean ilegales, el principal problema llega de la ausencia de armonización fiscal dentro de un territorio, como en la UE, lo que es aprovechado para desviar ingresos hacia los países con mejor tasa impositiva. Urge que las autoridades se pongan a la tarea de eliminar dichos paraísos.

 

El no hacerlo está creando una brecha de desigualdad, donde dichas compañías venden sus productos pero desvían sus impuestos, anulando el principio de igualdad que impulsó la creación de la eurozona.

 

 

Foto: VIKTOR HANACEK, Picjumbo.