La creciente necesidad de abordar la sostenibilidad y promover proyectos que contribuyan al bienestar del planeta ha llevado a la aparición de los llamados bonos verdes. Este instrumento de inversión desempeña un papel crucial en la economía sostenible, ya que supone la llegada de fondos hacia iniciativas que tienen un impacto positivo en el medio ambiente y la sociedad.

 

En este artículo exploraremos en detalle qué son los bonos verdes y cómo esta tendencia de las finanzas sostenibles está contribuyendo a la creación de un futuro más respetuoso. En consonancia con los criterios ESG en inglés y ASG en castellano (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) necesarios para dar solución a este desafío.

¿Qué son los bonos verdes?

Los bonos verdes son instrumentos de deuda fija diseñados específicamente para movilizar fondos destinados a proyectos ambientales y climáticos. Estos bonos suelen estar respaldados por el balance general del emisor y, por lo tanto, tienen una calificación crediticia similar a las demás obligaciones de deuda de la entidad; ya sean gobiernos, empresas, instituciones financieras…

 

En particular, están destinados a fomentar la sostenibilidad, por lo que su objetivo es financiar proyectos verdes que se enmarcan en este ámbito. Por ejemplo, de eficiencia energética, prevención de la contaminación, agricultura sostenible, pesca y silvicultura, protección de los ecosistemas acuáticos y terrestres, transporte limpio o gestión sostenible del agua. O también a los destinados al desarrollo de tecnologías respetuosas con el medio ambiente y la mitigación del cambio climático.

 

 

Origen y desarrollo de los bonos verdes

El concepto de bono verde comenzó a tomar forma hacia el año 2000, aunque no fue hasta 2007 cuando vio la luz con la primera emisión realizada por el Banco Europeo de Inversiones. Esta iniciativa sentó las bases para el desarrollo de un mercado emergente. De hecho, al año siguiente, el Banco Mundial emitió el primer bono verde a nivel global; en una apuesta que ha proporcionado financiación a más de un centenar de proyectos verdes desde entonces.

 

En los últimos años, el mercado de bonos verdes ha evolucionado en términos de tamaño, diversidad de emisores y tipos de proyectos financiados. Y es que, en un inicio los bonos verdes estaban respaldados principalmente por entidades gubernamentales y bancos de desarrollo. En la actualidad, empresas, todo tipo de instituciones financieras y distintas escalas de organismos públicos (desde ayuntamientos a gobiernos centrales) hacen uso de ellos para financiar una amplia gama de iniciativas que impulsen la sostenibilidad.

 

Así, hacia 2012 la emisión de bonos verdes sumaba unos 2.600 millones de dólares. Cifra que había ascendido por encima de los 32.000 millones en 2016. Pero fue a partir de este año cuando las inversiones empezaron a florecer, gracias -en particular- al impulso de China.

 

De hecho, el volumen de emisión alcanzó un máximo histórico en 2017 con una inversión total de 161.000 millones en todo el mundo, según un informe de la agencia de calificación Moody’s. Un récord que se volvió a rebasar en 2020, cuando se superó el billón de dólares en emisiones acumuladas.

 

Proyectos verdes

Determinar qué entra en la definición de proyectos verdes puede representar un desafío importante. Y es que, cualquier entidad que desee recaudar fondos a través de bonos verdes puede hacerlo. Por ejemplo, en China se están utilizando para financiar proyectos de “carbón limpio”. De manera similar, empresas de combustibles fósiles también etiquetan algunas de sus iniciativas como verdes o que apoyan la sostenibilidad.

 

Ahora bien, ese mismo auge de los bonos verdes también ha permitido la puesta en marcha de diversas organizaciones que ofrecen una solución. Es el caso de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA) o la Iniciativa Bono Climático.

 

No en vano, estas entidades certifican que los fondos conseguidos por las emisiones de bonos se destinarán realmente a proyectos que beneficien al medio ambiente. Esta verificación garantiza la transparencia y la integridad de los bonos verdes, brindando confianza tanto a los emisores como a los inversores.

 

 

Green Bond Principles

Para garantizar esa transparencia y credibilidad en el mercado de bonos verdes, la ICMA estableció en 2014 los Green Bond Principles (Principios de los Bonos Verdes). Un marco de referencia -voluntario- para la emisión y gestión de este tipo de bonos. Sus cuatro líneas fundamentales son las siguientes:

 

  1. Uso de los fondos. Las entidades emisoras deben establecer una estrategia clara sobre cómo se utilizarán los fondos recaudados a través de los bonos verdes. La misma debe identificar y describir los proyectos o actividades elegibles para recibir financiamiento. Además, se debe realizar un seguimiento del uso de los fondos para garantizar que se destinen a iniciativas que promuevan la sostenibilidad.
  2. Evaluación y selección de proyectos. Los emisores deben implementar un proceso sólido para evaluar y seleccionar los proyectos verdes que serán financiados con los bonos. Esto implica establecer criterios claros y objetivos para determinar la elegibilidad de un proyecto y su contribución a la sostenibilidad ambiental. Además, se deben divulgar los procedimientos utilizados en la evaluación de los proyectos.
  3. Gestión de los fondos. Aparte de definir su destino, se debe establecer una estructura para la gestión adecuada de los fondos recaudados a través de los bonos verdes. Esto implica mantener una separación clara entre los fondos verdes y otras inversiones de la entidad emisora, así como implementar un sistema de seguimiento e información para demostrar el uso adecuado de los fondos.
  4. Comunicación. Los emisores deben comprometerse a informar regularmente sobre el impacto ambiental y los beneficios de los proyectos financiados. Esto implica proporcionar datos específicos, como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, el ahorro de energía, la generación de energía renovable u otros indicadores relevantes. Además, Los informes deben ser claros, accesibles y verificables.

 

Estos principios han sido ampliamente adoptados por la comunidad financiera y han jugado un papel crucial en el desarrollo y crecimiento del mercado de bonos verdes. Y es que, los Green Bond Principles proporcionan una estandarización, permitiendo aplicar la misma “vara de medir” a las diferentes opciones disponibles en el mercado.

 

Además, las organizaciones pueden demostrar su compromiso con la sostenibilidad y brindar confianza a los inversores. Toda vez que se garantiza que los fondos recaudados se destinan a proyectos verdes, con beneficios tangibles para el medio ambiente.

 

 

Tipos de bonos verdes

Los Green Bond Principles también califican los bonos verdes en cuatro tipos principales, en función de sus características:

 

  • Bonos de uso de fondos verdes: es el tipo mayoritario, obligaciones de deuda no garantizadas alineadas con los Green Bond Principles; destinándose los fondos recaudados a proyectos verdes.
  • Bonos de ingresos verdes: en este caso, los fondos están vinculados a los ingresos generados por un proyecto verde específico o un grupo de proyectos. Es decir, los inversores obtienen rendimientos basados en el desempeño del proyecto.
  • Bonos de proyectos verdes: son aquellos que se emiten para financiar un único proyecto verde, y los fondos del bono se asignan directamente al mismo. En este caso, el inversionista asume directamente el riesgo del proyecto.
  • Bonos verdes garantizados: están respaldados por garantías (por ejemplo, activos como instalaciones de energía renovable o edificios sostenibles) y los fondos se utilizan exclusivamente para financiar o refinanciar proyectos verdes.

 

 

Invertir en bonos verdes

Como hemos visto, frente a las opciones de inversión tradicionales, los bonos verdes ofrecen la oportunidad de combinar objetivos financieros con un impacto positivo en el medio ambiente. A la hora de participar en este mercado no está de más tener en cuenta algunas consideraciones:

 

  • Identificar emisores de confianza. Al igual que con cualquier inversión, es esencial investigar y evaluar a las entidades que emiten los bonos antes de tomar una decisión. Buscar emisores con una sólida reputación en sostenibilidad y que cumplan con los Green Bond Principles que acabamos de explicar es lo más recomendable.
  • Comprender los criterios de elegibilidad. Estos criterios son los que definen qué proyectos específicos pueden recibir los fondos. De ahí que sea algo en lo que fijarse si queremos que estén alineados con nuestros valores y objetivos de inversión.
  • Evaluar el impacto ambiental. Siguiendo lo dicho en el punto anterior, solo mediante los informes y divulgaciones que proporcionan los emisores es posible determinar el alcance final de cada proyecto. Esto es, su contribución a la sostenibilidad, la reducción de emisiones o la conservación del medio ambiente.
  • Definir el rendimiento financiero. Más allá del enfoque ambiental, es igualmente importante evaluar el rendimiento financiero. Como con cualquier otro bono, hay que considerar factores como la tasa de interés, el plazo y la calificación crediticia. Lo mismo aplica para los términos y condiciones de la emisión.

 

Teniendo lo anterior en cuenta, a través de nuestro buscador de fondos es posible encontrar una variedad de opciones de inversión adecuadas a nuestros intereses. Y que nos permitirán apostar por la sostenibilidad a la vez que tomamos las riendas frente a los riesgos que amenazan al medio ambiente.